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9 de noviembre de 2022 - 9 minutos

Cómo gestionar el estrés en el trabajo

En cualquier trabajo que se precie se sufre de estrés de vez en cuando. Afrontarlo hace que sea mucho más fácil trabajar.

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¿Sufres de estrés en el trabajo? ¿Te resulta complicado gestionarlo y a veces incluso lo trasladas a tu vida personal? En cualquier trabajo se pueden vivir situaciones más intensas y, con ellas, llega su correspondiente presión. Puedes aprender a gestionarlo. Pero lo más importante es identificar las causas de tu estrés diario: ¿Es la carga de trabajo? ¿Tu trabajo en sí? ¿Tu entorno (la empresa, tu jefe, etc.)? Una vez que identifiques la causa podrás trabajar en ella y encontrar la paz en el trabajo

Este artículo te ayudará a hacer balance de lo que te provoca estrés en el trabajo y también te dará consejos sobre cómo cambiar las cosas para mejor. ¡Cuida de ti!

Averigua de dónde viene el estrés y lidia con él.

1. Te preocupas demasiado

Recuerda. ¿Has soñado alguna vez con ese proyecto que te has olvidado de hacer o incluso has hablado de tu trabajo mientras dormías? Tu pareja se dio cuenta y no dudó en reírse de ti por la mañana. No hay duda de que te tomas el trabajo muy a pecho... ¿Demasiado a veces, no crees?

A todos los perfeccionistas nos pasa que nos resulta difícil comprometer la calidad de nuestro trabajo. Y cuando las urgencias se acumulan, no siempre conseguimos priorizar el 20 % de las tareas que aportarán el 80 % de los beneficios... A veces nos quedamos atascados en la microcopia de un correo electrónico menor o en un error en el front-end que tiene pocas implicaciones en el diseño general del sitio que estamos codificando, aunque sabemos que no es ni razonable ni eficiente. Y, encima, acabamos sintiéndonos culpables por no ser lo suficientemente productivos. Es un doble castigo.

¿Cómo puedes recuperar la tranquilidad? 

Cuando te gusta tu trabajo de verdad, el perfeccionismo es la otra cara de la moneda. Una fuerza poderosa que nos gustaría enseñarte a dominar. Gente más dura que tú lo ha conseguido, ¡así que no pierdas la esperanza!

Recuerda que: 

  • Eres competente y tu trabajo no tiene por qué ser siempre absolutamente perfecto. Puede ser de muy buena calidad en general y nadie te lo va a reprochar. 

  • Si tu lista de tareas se extiende hasta las tardes y los fines de semana, no es una situación sostenible. Tu trabajo es un maratón, no un sprint. Tus compañeros y jefes necesitan que estés al día con todo, pero tienes derecho a priorizar y rechazar tareas. El truco está en comunicarlo

  • Todo emprendedor de éxito te dirá la famosa frase de «mejor terminado que perfecto». Lo sé, odias esa filosofía, va en contra de tu ética de trabajo y de tus principios de calidad, pero la mayoría de las veces tiene sentido. 

  • Aprende a delegar. De nuevo, te entiendo. Es el momento de formar a compañeros y a otros trabajadores independientes que no conocen tus cosas tan bien como tú. Pero tu carga mental agradecerá el consejo. ¡La clave está en soltar lastre!

2. No te importa nada

En el otro extremo del espectro de los perfeccionistas que se apasionan por su trabajo y se estresan si lo hacen mal estás . Los que se mueren poco a poco del aburrimiento, los que odian su trabajo y los que desprecian la actividad de su empresa no le encuentran utilidad y solo sueñan con salir.

¿Cómo puedes recuperar la tranquilidad? 

Déjame decirte una verdad dura pero necesaria: tener un trabajo que odias es diez veces más estresante. Así que seré breve, si te sientes identificado con esta descripción, solo tienes una salida: prepárate para volar. Ya sea para cambiar de empresa o incluso de trabajo, ármate de valor, coge al toro por los cuernos y sueña a lo grande con el siguiente paso en tu carrera. 

Permíteme un último consejo. En esta divertida charla TED sobre la procrastinación, el exitoso bloguero Tim Urban explica que todo el mundo procrastina, solo que a diferentes niveles. Y la importancia de su argumento reside en una increíble observación que hace: la procrastinación más perniciosa se produce cuando no hay una fecha límite. «La procrastinación prolongada hace que las personas se sientan espectadoras de su propia vida», explica Tim. Nadie te va a echar de ese trabajo, excepto tu voluntad de dejarlo. Tim muestra un calendario en la pantalla de una vida de 90 años con un cuadrado por semana. Alerta, spoiler: ¡todos los cuadrados caben en una diapositiva! La vida es un regalo extraordinario y breve. Así que, por favor, deja tu trabajo rápidamente y busca uno que te guste. Solo así te sentirás mejor.

3. Tienes mucho que hacer

Tercer ajuste, tiene la agenda tan llena como tu cabeza. Trabajas todo el día, durante las pausas para comer, por la noche e incluso los fines de semana. No es de extrañar que te estés volviendo loco. 

¿Cómo puedes recuperar la tranquilidad? 

Es muy sencillo. Tendrás que priorizar mejor las cosas, comunicarte bien y delegar más

  • En cuanto a las prioridades, utiliza la matriz de Eisenhauer. Prioriza las tareas urgentes e importantes, planifica las tareas importantes pero sin prisa. Delega las tareas menos importantes y urgentes. Y, por favor, no pierdas ni un minuto más en tareas que no son urgentes y no tengan importancia. ¡Quítate peso de encima!

  • Aprende también a gestionar mejor tu agenda. Coloca en primer lugar las tareas más importantes, bloquea tiempo en tu agenda para asegurarte de tenerlo y especifica tu horario de trabajo. También puedes colocar un filtro de «Fuera de la oficina» para cuando se supone que no tienes que trabajar.

  • En cuanto a la parte de comunicación, puede parecer contraproducente, pero dedica más tiempo a promover tu trabajo y a educar a tus compañeros... ¡e incluso a tu jefe! Cuánto más visible seas y más indispensable parezcas, más respetarán tu tiempo. Si son conscientes de la cantidad de trabajo que manejas, lo entenderán cuando les expliques que no tienes capacidad para asumir más tareas o proyectos. 

  • Por último, forma a tus compañeros, becarios, equipos y otros trabajadores independientes para que se encarguen de parte de tu trabajo. ¡Ya verás que pronto no podrás vivir sin su ayuda!

4. Tienes demasiadas reuniones

En una semana normal tienes reuniones de 9:00 a 19:00, con media hora de descanso para comer. Ni siquiera tienes tiempo para descansar unos minutos y mucho menos para hacer un trabajo real. Es absolutamente agotador, estresante y frustrante. Incluso se te puede echar la culpa a ti porque, de hecho, no estás siendo productivo. Empieza con un «No te preocupes, no tiene por qué ser así»

¿Cómo puedes recuperar la tranquilidad? 

Empieza comprobando en qué reuniones se te necesita. Explica a tus compañeros que no vas a ir a las reuniones en las que no se te necesite y lee sus actas si es necesario. 

Ayuda a organizar mejor las reuniones. A menudo son largas e innecesarias, y no suelen ir seguidas de acciones concretas. Aquí tienes algunos consejos: 

Designa a un moderador para que se encargue de crear el evento, redactar el orden del día y enviarlo el día anterior, controlar el tiempo de la reunión y tomar notas para el acta. Invita solo a las personas necesarias y envía las actas al equipo para su información. La mayoría de las reuniones pueden durar entre 15 y 30 minutos. No aceptes retrasos: educarás a tus compañeros y harás que todos ahorren tiempo. No corras. Estos consejos deberían permitirte conseguir dos cosas fundamentales:

  • Menos personas en las reuniones (¡incluyéndote a ti!), por lo que todos ahorráis tiempo.

  • Más eficiencia y reuniones más cortas.

Por último, recuerda programar en tu agenda días de trabajo intenso y sin reuniones. Fomenta que todos los miembros de la empresa tengan derecho a hacerlo, ¡es beneficioso para todos!

5. No te gusta tu jefe

¿Lo que te estresa es la jerarquía? Se dice que las personas no abandonan las empresas, a quienes abandonan es a sus directivos. 

A lo mejor has empezado con mal pie con tu jefe. No es mala persona, pero tenéis diferentes maneras de trabajar y distintas sensibilidades, y eso hace que las cosas no funcionen bien. Si ese es el caso, puedes arreglar las cosas. Lo mejor es llamar a un moderador, alguien neutral (de otro equipo o incluso de fuera de la empresa), para que te ayude a hablar. Puedes hacerlo con la ayuda de la comunicación no violenta. Esa es la clave. 

Si, por el contrario, has intentado establecer un diálogo pero tienes enfrente a un líder tóxico, terco y agresivo, las cosas se complican. En primer lugar, habla con tu departamento de recursos humanos o con la dirección sobre los problemas que tienes, y hazlo de forma objetiva. Da ejemplos de situaciones y de lo que has intentado hacer (sin éxito) para mejorar las cosas. Déjalo por escrito. Tal vez tengan soluciones para ti o incluso busquen contratar a un jefe más constructivo. Si las cosas no mejoran, quizá sea el momento de abrir los ojos a otras oportunidades profesionales...

6. Estás estresado en la vida real

La última opción es que no sea tu trabajo lo que te está provocando ese dolor de cabeza, sino que sea tu estrés personal el que se traslada al trabajo. Todos tenemos preocupaciones en casa, ya sea un familiar enfermo, un hijo con problemas en el colegio, discusiones, problemas familiares, etc. 

Una forma de liberar presiones es hablar de ellas (con moderación) con tus compañeros o incluso con la dirección. Se trata de una situación temporal, sin embargo, dependiendo de la gravedad de tus problemas personales, puede que haya que realizar ajustes en el trabajo. No es raro que las empresas ofrezcan la posibilidad de pedir un permiso excepcional para acompañar a un ser querido en sus últimos días, recuperarse de un aborto o cuidar de los niños cuando están enfermos. Si aún no existe esta posibilidad pero la necesitas, no pierdes nada por pedirla. En el peor de los casos, en no de tu jefe ya lo tienes.

¿Tienes miedo de que se dude de tu compromiso con el trabajo? Mira las cosas desde otro punto de vista. ¿Qué pasa si no puedes concentrarte, cometes un error o simplemente tienes que dejar la oficina? Lo más valiente y responsable sería hablar de ello para encontrar la mejor manera de organizarse y que nadie más tenga que trabajar el doble porque tú tengas que ausentarte de un día para otro. 

Reduce el estrés laboral: consigue un trabajo que te guste

Por lo menos, ahora tienes recursos para reducir el estrés en el trabajo. 

Ahora nos gustaría darte EL consejo más sencillo y a la vez el más poderoso: ama tu trabajo. Lo harás sin limitaciones, lo harás bien, te sentirás útil, tus compañeros (o clientes) te felicitarán, tendrás mucho menos estrés y te sentirás más en paz contigo mismo (¡y con quien quieres ser!).

Y si aún no lo has conseguido, considera la posibilidad de participar en un bootcamp y reciclarte.

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